CASA PATAS
Recuerdo mi primera actuación, junto a mi hermano Domingo Ortega, bailando unos tientos que nos cantaba El Falo.
Las piernas me temblaban, aquel era el templo por el que habían pasado los mejores, las grandes figuras del flamenco. Los artistas que yo tanto admiraba desde niña.
Y ahí estaba yo, pisando las mismas tablas. ¿A quién no le temblarían las piernas?
Casa Patas fue para mí una puerta grande, un antes y un después en mi carrera artística.
Tras aquella primera actuación vendrían otras muchas más, algunas en solitario y otras de la mano nuevamente de mi hermano Domingo, pero siempre sentí el mismo respeto por aquel escenario sin importar las veces que lo pisase.
Aquel camerino pequeñito en el que hemos compartido tantas risas, tanta complicidad y tanto compañerismo, un lugar en el que el arte no tiene más remedio que acoplarse a cada rincón. Casa Patas está impregnado de solera.
Puedo asegurar que otros tablaos en Madrid se han dejado llevar por las modas, por los artistas del momento y por la fusión contemporánea, pero Casa Patas siempre tuvo su propio sello y siempre fue indudablemente FLAMENCO.
De hecho, tenía tanto sello que casi todos los tablaos de Madrid, por antiguos que fuesen, acabaron copiando su formato de trabajo. La actuación de artistas individuales como figuras del baile con sus propios músicos.
Cuántas noches de arte, cuántos bailes estrenados, cuántas vivencias compartidas, cuántos aplausos, cuánto aprendizaje.
Sería difícil describir lo que para mí, ha sido Casa Patas, pero arriesgándome a compendiar mil sentimientos en una sola palabra, ésta sería
“UN HOGAR”
¿Cuántos pueden decir eso de un tablao al cabo de los años?
Yo personalmente sólo puedo emplear esta palabra para Casa Patas,
porque aún cuando he sido recibida con cariño en otros tablaos,
ninguno sin excepciones ha apostado por mi durante tantos años como lo hizo mi Patas querido.
Hoy bailo en estas palabras por ti Casa Patas, porque ese cierre sea solo temporal,
para que el mundo aprecie tu ausencia, para que nadie olvide el valor de tu humildad y de tu autenticidad.
Te espero con cariño y con respeto, Casa Patas, mi Patas querido.
CASA PATAS
I remember my first performance, along with my brother Domingo Ortega, dancing some tientos that El Falo sang to us.
My legs trembled, that was the temple where the best had passed by, the great figures of flamenco. The artists that I admired so much since I was a child.
And there I was, stepping on the same boards. Who would not shake their legs?
Casa Patas was a great door for me, a before and after in my artistic career.
After that first performance, many others would come, some alone and others from the hand of my brother Domingo again,
but I always felt the same respect for that stage no matter how many times I stepped on it.
That little dressing room in which we have shared so much laughter, so much complicity and so much camaraderie,
a place where art has no choice but to connect to every corner. Casa Patas is impregnated with solera.
I can assure you that other tablaos in Madrid have been carried away by fashions, artists of the moment and contemporary fusion,
but Casa Patas always had its own label and was undoubtedly FLAMENCO.
In fact, it had so much label that almost all the tablaos in Madrid, no matter how old they were, ended up copying their work format. The performance of individual artists as dance figures with their own musicians.
How many art nights, how many new dances, how many shared experiences, how much applause, how much learning.
It would be difficult to describe what Casa Patas has been for me, but risking to summarize a thousand feelings in one word, this would be
«A HOME»
How many can say that about a tablao over the years?
I personally can only use this word for Casa Patas,
because even though I have been received with affection in other tablaos,
none without exceptions have bet on me for as many years as my beloved Patas did.
Today I dance in these words for you, Casa Patas, hopping that closure is only temporary,
so that the world appreciates your absence, so that no one forgets the value
of your humility and authenticity.
I wait for you with love and respect, Casa Patas, my dear Patas.
